En la madrugada del Viernes, el futuro novio fue sorprendido por el sueño. Había sido un par de dias de poco sueño aunado a la intensidad emocional sufrida, realmente se encontraba cansado. El dia de mañana sería aun más intenso y decidió dormir. Poco a poco, entre sus pensamientos acerca de su amada y sus planes, los párpados se fueron cerrando y en poco tiempo se encontraba profundamente dormido.
Ella, en la recámara, se encontraba en áquel sueño. Se encontraba agitada. El final del sueño -el mismo final acostumbrado- la hizo despertarse. Se sorprendió por todavía tener aquella envoltura asida fuertemente. Trató de escuchar lo que pasaba en la sala, descubrió un silencio sepulcral. Se levantó de la rígida cama y se dirigió al baño. Cerró la puerta, como perseguida, puso mucha atención en asegurar la puerta. Leyó las indicaciones y procedió con áquel ritual. Sabía que era una locura, que no era físicamente posible. Sin embargo, la misma pesadilla una y otra vez, y los síntomas físicos, la habían hecho dudar. Quería confirmar sus sospechas antes de seguir con ese matrimonio "al vapor". Las lineas azules aparecieron, primero en un color ténue y al paso de los segundos, ese matiz aumentaba su tono. Interpretó el significado según las instrucciones.
No lo podía creer. Estaba atónita ante aquellas rayas azules que convertían su pesadilla recurrente en una realidad tangible. La misticidad siempre había sido algo sin importancia en su vida y ahora, estaba ante un hecho portentoso. Ese prodigio que se convertiría en desgracia de no ser por su prometido. Entendió que José, sin él imaginarselo, era su salvador. Tiró todo al cesto de basura y regresó a la cama. No quiso pensar en nada. Cerró los ojos con mucha fuerza, cuando los abrió de nuevo, se dió cuenta que no era ningún sueño. Todo era real y tenía que enfrentarlo. Trató de dormise pronto, pensando que las respuestas que necesitaba, se encontrarían en su epifanía recurrente.
Las varias tazas de café que había consumido para mantenerse despierto, hicieron su parte. La urgencia de orinar, lo despertó. De forma inconsciente, fue al baño, cerró la puerta y encendió la luz. Durante la micción,algo en el cesto de la basura llamó su atención. Frunció el ceño, tratando de ver lo que era ese bulto de colores brillantes. Terminó, bajó el asiento del W.C. y se lavó las manos. Al secarse las manos, no podía dejar de ver esa sombra multicolor en el fondo del bote. Se agachó, extendió el brazó y extrajo la envoltura. Al leerla, su cara palideció, a sus piernas flaquearon. Tuvo que sentarse. Ahí, sentado en el suelo del baño, acabó de leer el instructivo. Por un momento, no quiso, no quería verlo pero sabía que tenía que ver la varita blanca. Aunque el resultado de la prueba de embarazo era irrelevante a esas alturas, tenía que saberlo. Al ver el par de lineas paralelas azuladas que indicaban un resultado positivo -negativo para él-, la ira lo sobrecogió. Ira, un intensa ira. Venganza, sed de venganza.
A pesar del coraje que se apoderó de su mente, las cosas no sucedieron rápidamente. Como un preso condenado a muerte cuando es conducido a su ejecución, avanzó lentamente por el pasillo hacia la cocina. Abrió el compartimiento del horno -nunca lo había usado- y observó la bella caja de madera. Cuando la abrió, sintió alivio al ver el arma. Sabría que todo terminaría rápido. Tomó el arma y se dirigió a la récamara.
-No mames, que mierda, esto está peor que una tragedia griega-
-Callate, cabrón...-
-Que no la mate, que hueva -pausa- Además, asi no está en la biblia.-
-En primera, es mi puta historia y yo la termino como se me de la chingada gana -toque al cigarro- y en segunda, él buey que escribió la biblia, no tuvo a nadie jodiendolo de como iba a acabar su cuento, asi que deja de chingar...-
-Eres un blasfemo, hereje y para terminarla de joder, deprimente...-pausa- A nadie le va a gustar tu pinche final de dramatico y trágico -
-¡Vete al carajo!-
José, el carpintero, entró sigilosamente al cuarto, se sentó en la cama a lado de su amada. María estaba teniendo la misma pesadilla que la acosaba por última vez. Hablando -dormida- le decía a su interlocutor: "Gabriel, Gabriel, no te vayas". Los ojos de Pepe se encendieron al escuchar el nombre del que había deshonrado a la mujer que él amaba. Tomó una almohada y la presionó contra el cañon de la pistola. Apuntó con calma, para asegurarse de no fallar y jaló el gatillo. El sonido apagado del disparo lleno la habitación. El olor a pólvora le hizo bien, fue como respirar después de estar mucho tiempo debajo del agua.
Se acostó junto al cádaver tibio de María, su mano izquierda se entrelazó con la diestra de ella. La mano derecha llevó el cañon a su sien, apretó los dientes y disparó. Su último pensamiento fue: "El destino había querido, que en esa noche, yo fuera el verdugo de éstas 3 vidas".
Ella, en la recámara, se encontraba en áquel sueño. Se encontraba agitada. El final del sueño -el mismo final acostumbrado- la hizo despertarse. Se sorprendió por todavía tener aquella envoltura asida fuertemente. Trató de escuchar lo que pasaba en la sala, descubrió un silencio sepulcral. Se levantó de la rígida cama y se dirigió al baño. Cerró la puerta, como perseguida, puso mucha atención en asegurar la puerta. Leyó las indicaciones y procedió con áquel ritual. Sabía que era una locura, que no era físicamente posible. Sin embargo, la misma pesadilla una y otra vez, y los síntomas físicos, la habían hecho dudar. Quería confirmar sus sospechas antes de seguir con ese matrimonio "al vapor". Las lineas azules aparecieron, primero en un color ténue y al paso de los segundos, ese matiz aumentaba su tono. Interpretó el significado según las instrucciones.
No lo podía creer. Estaba atónita ante aquellas rayas azules que convertían su pesadilla recurrente en una realidad tangible. La misticidad siempre había sido algo sin importancia en su vida y ahora, estaba ante un hecho portentoso. Ese prodigio que se convertiría en desgracia de no ser por su prometido. Entendió que José, sin él imaginarselo, era su salvador. Tiró todo al cesto de basura y regresó a la cama. No quiso pensar en nada. Cerró los ojos con mucha fuerza, cuando los abrió de nuevo, se dió cuenta que no era ningún sueño. Todo era real y tenía que enfrentarlo. Trató de dormise pronto, pensando que las respuestas que necesitaba, se encontrarían en su epifanía recurrente.
Las varias tazas de café que había consumido para mantenerse despierto, hicieron su parte. La urgencia de orinar, lo despertó. De forma inconsciente, fue al baño, cerró la puerta y encendió la luz. Durante la micción,algo en el cesto de la basura llamó su atención. Frunció el ceño, tratando de ver lo que era ese bulto de colores brillantes. Terminó, bajó el asiento del W.C. y se lavó las manos. Al secarse las manos, no podía dejar de ver esa sombra multicolor en el fondo del bote. Se agachó, extendió el brazó y extrajo la envoltura. Al leerla, su cara palideció, a sus piernas flaquearon. Tuvo que sentarse. Ahí, sentado en el suelo del baño, acabó de leer el instructivo. Por un momento, no quiso, no quería verlo pero sabía que tenía que ver la varita blanca. Aunque el resultado de la prueba de embarazo era irrelevante a esas alturas, tenía que saberlo. Al ver el par de lineas paralelas azuladas que indicaban un resultado positivo -negativo para él-, la ira lo sobrecogió. Ira, un intensa ira. Venganza, sed de venganza.
A pesar del coraje que se apoderó de su mente, las cosas no sucedieron rápidamente. Como un preso condenado a muerte cuando es conducido a su ejecución, avanzó lentamente por el pasillo hacia la cocina. Abrió el compartimiento del horno -nunca lo había usado- y observó la bella caja de madera. Cuando la abrió, sintió alivio al ver el arma. Sabría que todo terminaría rápido. Tomó el arma y se dirigió a la récamara.
-No mames, que mierda, esto está peor que una tragedia griega-
-Callate, cabrón...-
-Que no la mate, que hueva -pausa- Además, asi no está en la biblia.-
-En primera, es mi puta historia y yo la termino como se me de la chingada gana -toque al cigarro- y en segunda, él buey que escribió la biblia, no tuvo a nadie jodiendolo de como iba a acabar su cuento, asi que deja de chingar...-
-Eres un blasfemo, hereje y para terminarla de joder, deprimente...-pausa- A nadie le va a gustar tu pinche final de dramatico y trágico -
-¡Vete al carajo!-
José, el carpintero, entró sigilosamente al cuarto, se sentó en la cama a lado de su amada. María estaba teniendo la misma pesadilla que la acosaba por última vez. Hablando -dormida- le decía a su interlocutor: "Gabriel, Gabriel, no te vayas". Los ojos de Pepe se encendieron al escuchar el nombre del que había deshonrado a la mujer que él amaba. Tomó una almohada y la presionó contra el cañon de la pistola. Apuntó con calma, para asegurarse de no fallar y jaló el gatillo. El sonido apagado del disparo lleno la habitación. El olor a pólvora le hizo bien, fue como respirar después de estar mucho tiempo debajo del agua.
Se acostó junto al cádaver tibio de María, su mano izquierda se entrelazó con la diestra de ella. La mano derecha llevó el cañon a su sien, apretó los dientes y disparó. Su último pensamiento fue: "El destino había querido, que en esa noche, yo fuera el verdugo de éstas 3 vidas".
FIN.
Postdata: Lo que más les agradezco es haberse tomado el tiempo para leerlo. También quiero darles las gracias a todos los que me dejaron sus comentarios. Ojalá les haya gustado mi cuentito mamón y espero que me dejen sus impresiones finales.
4 comentarios:
El escritor original no es aquel que no imita a nadie, sino aquel a quien nadie puede imitar....
jajaja siempre me imagine q le darias un final tragico.. excelente la intervencion del escritor ejejeje ciao
allleeeluuuuyyaaaa pense q publicarias el final en una semana... bastante original...
la verdad si estuvo remamon tu cuentesillo, poco original
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